lunes, 8 de enero de 2007

Valdelatas




Cada Martes y Jueves unos cuantos compañeros salimos a trotar un poco por un paraje que, de un año a esta parte, se ha convertido en nuestra Disneylandia particular: el bosque de Valdelatas. Le quitamos un poco de tiempo a la hora de la comida y nos juntamos para picarnos y liberar un poquito de estrés de cara a la tarde, aunque el mejor momento es la ducha de después (sobre todo para algunos).

La verdad es que el sitio es fenomenal. El bosque está formado principalmente por pinos y encinas y cuenta con varios senderos diferentes para evitar que nos cansemos de hacer siempre el mismo recorrido. Hace cosa de un año el señor presidente nos lo enseñó y no éramos capaces de completarlo en 30 minutos. Ahora ya le damos una vuelta en 26 (la corta, claro).

Está situado en la zona sur de Cantoblanco y linda con el polígono industrial de Alcobendas y con la M-616. Nosotros accedemos a través del caminito del
polígono (junto a la calle Arroyo de la Vega) y, tras un pequeño paseo, llegamos al bosque.

Presenta varias opciones de circuito, pero creo que lo mejor será que vosotros mismos las descubráis. Hay algún senderito, un par de trialeras... y era el lugar en el que se celebra el cross de la Universidad Autónoma.

Nuestro entrenamiento tipo viene a ser el siguiente:

- Minuto 0: nos cambiamos en el vestuario

- Minuto 1: calentamos en el apa
rcamiento de la oficina (bastante frío hace ahí como para no calentar a fondo)

- Minuto 2: salimos, marica el último.

- Minuto 4: llegamos al senderito. De vez en cuando sorprendemos a una pareja dentro de un Megáne dándose el lote o algo peor.

- Minuto 6: entramos al bosque.


- Minuto 7: S. empieza a tirar. Le decimos a S. que no tire.

- Minuto 10: S. sigue tirando. Ya no nos llega el aliento para decirle que no tire.

- Minuto 13: llegamos a la verja del fondo y nos vamos a la izquierda.

A partir de ahí hay diferentes opciones, pero vamos a optar por la más amena de cara al lector:

- Minuto 14: comienzan los obstáculos. Una trialera cuesta abajo con arroyito radiactivo en el fondo. Hasta el momento nadie ha metido el pie en su interior. Si algún día se diera el caso tendríamos una baja sensible en el grupo, ya que con un pie mutante sería imposible que siguiera al grupo (sobre todo a S.)

- Minuto 15: senderito ameno en falso llano. S. tiene prisa.

- Minuto 17: llegamos a un par de puentes de tablones de madera sobre una poza con peor pinta aún que la anterior. En este punto todos vamos en anaeróbico (vamos, conteniendo la respiración debido al hedor).

- Minuto 19: sigue el sendero y aparece una pista de tierra ancha y lo suficientemente en cuesta como para que S. recuerde que se ha dejado el gas encendido y salga pitando a toda hostia.

- Minuto 20: llegamos a la verja, una larga recta (unos
500 metros) en falso llano. Alguno se pica pero no tiene nada que hacer contra S.

- Minuto 23: volvemos al paseo de entrada, de vuelta al hogar.

- Minuto 25: salimos al senderito y aparece ante nuestros ojos el temido "puerto del latiguillo" (bautizado por el presi). Es aquí donde las hostilidades afloran y las máscaras ruedan por el suelo. Aquí cada uno es quien debe ser: J. M., presto y ágil cual gacela; N, peligroso cual guindilla; el resto, con la lengua fuera, haciendo la culebra.

S, sigue tirando.

- Minuto 27: volvemos al polígono. S. llega un poquito antes que nosotros.

- Minuto 28: Estiramos en el aparcamiento. Alguno lo deja para luego, a la noche, si eso.

- Minuto 30: recreamos la película Ben-Hur en el vestuario. Las toallas son más cortas que las de la Nancy. S. se ducha echando leches.

- Minuto 35: vamos a The Farm a comernos un J.M. (bocata de pechuga de pollo con lechuga y mayonesa según el gusto). Receta original.

- Minuto 36: S. se termina el café en lo que nosotros llevamos medio bocata. Nos dice adiós.

Y volvemos al tajo. La verdad es que, fuera de bromas, merece la pena que un día de estos os animéis a probarlo, si sois de la zona norte de Madrid. Muestras:

1) un vídeo que me he encontrado en google (espero que no les moleste que lo publique).

2) unos circuitos de gente que se ha tomado la molestia de apuntarlos.

Eso es todo por hoy. Que no es poco....


AVI - Frío sol de invierno, Pablo Malo
MP3 - Vidas cruzadas, Quique G
onzález + Iván Ferreiro






domingo, 7 de enero de 2007

Paris bien vale unas risas

Esta mañana he disputado la octava edición del trofeo Paris en el Parque Lineal del Manzanares. La organización, de lujo. El recorrido, cómodo y ameno. La temperatura, idónea. El horario, perfecto para evitar el madrugón. Un diez, de no ser por una pequeña, pero importante, pega. Ella no se ha presentado. Aunque la he buscado por todas partes (repartiendo dorsales, ayudando a levantar el arco hinchable de Coca-Cola, moviendo las alfombras del cronometraje por chip, entregando las bebidas en el avituallamiento) la heredera brillaba por su ausencia. No he querido efectuar ninguna queja formal hacia la organización, ya que los he notado algo compungidos (no en vano la estrategia de márketing alrededor de la prueba se va al carajo sin su presencia). Señores, no se preocupen: en mi opinión, la carrera ha sido un éxito de todos modos.

La carrera se disputa, como he escrito antes y repetiré por si queda algún despistado, dentro del Parque Lineal del Manzanares (un enorme pulmón que acompaña al río entre el nudo sur de la M-30 y Getafe). En el proyecto de Madrid2milyalgo está asignada la construcción de la "Caja Mágica" dentro del parque para albergar la competición de tenis de los JJ.OO., que diría Urdaci. Como casi todo en Madrid, en los tiempos que corren, el parque presenta algunas obras (menores), pero se compensa con la presencia en él de varias zonas tan chulas que, al recorrerlo, hacen dudar de si uno se encuentra en Villaverde o en La Pedriza. Para muestra, un botón.

Una de las cosas malas de los nuevos barrios de la geografía capitalina es que ni los propios madrileños sabemos dónde están. A N. y a mí nos ha pasado lo mismo esta mañana. Conducía cercano al hospital 12 de Octubre cuando recibo una llamada en el móvil. Es N.


- "Oye tío, me ha dejado el taxi al final de Antonio López, al lado del 12 de Octubre, y no tengo ni idea de dónde estoy".
- "No te preocupes, que te recojo, estoy cerca. Bueno, ahora no, me acabo de meter en la M-30 sin darme cuenta. Estoy en 5 minutos.
- "Vale tío, date prisa
que aquí hay unos aborígenes que tienen una pinta muy chunga".
- "Tú tranquilo y no les des de comer".


Salgo de la M
-30 y a la segunda consigo llegar al 12 de Octubre. Distingo a N por la pinta de yonki al lado de la carretera y se sube. Esta vez llegamos sin confundirnos siguiendo el reguero de corredores hasta la zona de salida, ambientada por la publicidad de Coca-Cola y el sonido metálido del speaker a través de la megafonía: "Se ha perdido un chaval muy rubio, de 5 años. Que venga al arco de Coca-Cola". N. reflexiona en voz alta acerca de si un niño de 5 años tiene noción de lo que es un arco de Coca-Cola. Nos interrumpe de nuevo el sonido metálico: "Ya hemos encontrado al niño". Sorpresas te da la vida.

Después de los saludos de rigor (a Emilio, que estuvo cronometrando la San Silvestre) y a Santi (conocido de blog) nos acercamos a por nuestros dorsales. Es en este momento en el que siempre pienso que va a haber algún tipo de problema y nuestro dorsal no va a estar. Nos acercamos al mostrador de recogida de dorsales (un banco del parque), esperamos nuestro turno y damos nuestro nombre. "¿Qué dorsal tenéis?" (yo que sé, el que tú me dés, ¿no?) "miraos en esa lista". Nos encontramos en esa lista (bien, A. nos apuntó como prometió) y volvemos al mostrador/banco del parque. Le damos nuestros números y, sorpresa "yo esos dorsales no los tengo, tenéis que acercaros al puesto de información del final de la recta".

Con un poco más de miedo que antes llegamos al punto de información del final de la recta (otro banco del parque, éste más concurrido que el anterior) y pedimos nuestros dorsales. Esta vez sí que los tienen. "Eso sí, tenéis que pagarlos". N. apoquina los 21 euritos de rigor y, más contentos que unas castañuelas, emprendemos el camino de vuelta al coche para ponernos guapos.

En la rotonda nos encontramos a J.M. en su moto, o, mejor dicho, lo que queda de él, tiene pinta de haber pasado frío, y mucho. Nos saluda efusivamente: "Ya veo que este sitio no tiene pérdida". También nos encontramos a A. que se iba para dentro. Equipo completo, equipo Actimel. Cuatro fotos de rigor y listos para calentar, con tiempo, como nos gusta a nosotros: quedan 10 minutos para la salida.

Trotamos un poquito y conseguimos un dorsal para J.M., que no había formalizado su inscrip
ción. Un chico que ha competido en la carrera junior de las 11 no se siente con ganas de participar en la de las 12 y se lo cambia. J.M. va a aparecer en clasificaciones con su nombre, Óscar Molina. Le decimos al chaval y su madre "éste hace 30" y nos siguen la coña "de dónde habrán sacado a estos pollos tan cachondos, je je".

Nos colocam
os en la línea de salida. Bueno, en el cajón de -46', porque creemos que vamos a andar ahí ahí. Como me he dejado el pulsómetro en casa y no voy a poder tomar ritmos por mil, confío en que alguien me los vaya cantando. Nos encontramos con Miguel, un chaval que trabaja con nosotros, y ¡pum!, marica el último.

Como de costumbre, hay mucha gente que sale adelante y que empieza despacito y nosotr
os, que salimos como descerebrados, competimos en el slalom de San Fermín (Villaverde) esquivando a corredores, transeúntes, cacas de perro y demás fauna autóctona (y sin la calle de La Estafeta). Primeros 500 metros en 2 minutos (como motos, oiga). El primer mil lo hacemos en 4'02" (echa el freno, Magdaleno, me digo). En el segundo ya no veo a N., que me descuelga, y A., más curtido en estas lides, me canta un 8'04". Voy sobreesforzado y así se lo digo (bueno, lo enmascaro con un "no voy a hacer tiempo, sino a comprobar sensaciones"). Al siguiente kilómetro ya ni lo distingo entre la multitud.

Sigo la carrera comprobando las sensaciones. La principal es "¿quién me mandaría venir aquí?". Estreno zapatillas en competición, unas Pegasus T/C muy cómodas que me he puesto únicamente un par de veces para rodar tranquilo y jugar al pádel. Paso por el 5 en 21'40" y objetivo). Al llegar al 8 le pregunto al de al lado "¿llevas tiempo?". Me mira extrañado, puede que sea porque no me llega el aliento, así que recurro al lenguaje universal del gesto y me doy un par de hostias en el antebrazo. Se mira y me dice "trente-huit". Joder, Maikel, setecientos inscritos y le has tenido que preguntar a un francés. Traduzco mentalmente: Treinta y ocho. "Merci beaucoup" le contesto en un exquisito francés de Carabanchel, y sigo tirando. Ni de coña bajo de 45, pienso. Al llegar al 9 le pregunto a otro y me dice " 40'14" ". ¿El francés llevaba la hora de Greenwich o qué? Da igual, le meto caña, porque ahora que el objetivo está cercano me animo un montón; si sigo así, podré bajar de 45' (que, de hecho, se acaba de convertir en un reto, a por ellos, oé). Poco antes del 9 me había encontrado a Miguel, o lo que quedaba de él, con los cuatro intermitentes en la cuneta. Intenté animarlo a seguir pero no le vi por la labor. Como la marca en ese momento era lo único importante, decidí seguir.

Último kilómetro. Me pongo a rueda de un señor mayor con pinta de pegarle bastante y nos vamos dando relevos. Enfilamos una cuesta a derechas y aparece de entre las sombras el francés como un rayo. "Allez, allez" oigo a su mujer y su hija. El tío jodío estaba echando el resto para la foto, ahora me explico todo. La cuesta arriba final se hace larguísima. Cuando quedan unos 100 metros esprinto a tope a un negro. Llegamos a la par y nos damos la mano. Pregunto el tiempo a un tío que llega un segundo detrás y me dice que estamos en 44 y pico. Objetivo cumplido.

Veo a estos en la recogida de bolsas. N. ha bajado de 42', igual que A. También vemos a J.M. Me quito el chip y recojo la bolsa del corredor, bien completita (Aquarius cola de medio litro, tercio de Solán de Cabras, dos plátanos y una camiseta). La bolsa del corredor es la entrega de trofeos para la gente del montón. Hay alguno al que la bolsa del corredor siempre le parece poco. Si se aplica la regla de tres según la cual "la bolsa del corredor es al trofeo lo que el corredor popular es al atleta profesional", en mi caso voy más que servido. De hecho me ha tocado una XL en la que cabemos dos como yo (y eso que que no soy pequeño que se diga).

Después, despedida y cierre. Trote cochinero para soltar, recapitulación y un breve vistazo a las clasificaciones colgadas en el tablón de anuncios (botella hinchable de Coca-Cola). Comprobamos nuestras marcas y
para casa.

Mientras escribo estas líneas la niebla se ha apoderado de Madrid
y me llega un e-mail informando de la clasificación final. He conseguido rebajar en 1 minuto mi marca de Canillejas, algo que no esperaba. Y el buen sabor de boca de una carrera muy bien organizada y marcada cada medio kilómetro, algo que se agradece de cara a controlar ritmos.

Sólo quiero imaginarme la cara de Santiago Molina cuando a él y a su madre les dé por buscar en la clasificación, por la curiosidad de saber qué tiempo hizo el chaval al que le dio su dorsal...


MP3 - River of Sorrow (Antony & The Johnsons)
AVI - Regreso al futuro III (Robert Zemeckis)