domingo, 14 de enero de 2007

Un cross a la Europea, o sea


El pasado sábado debuté en el cross de la Universidad Europea de Madrid. Un cross es una carrera en la que los organizadores no han conseguido que la policía corte el tráfico de las calles de la ciudad y, para no tener que suspender la carrera, han tirado por la calle del medio. En este caso la calle del medio es el camino de cabras más cercano a la zona de salida. Un cross aumenta su valor de manera directamente proporcional a los grados de pendiente de sus cuestas (ascendentes) y a los centímetros de barro que pueda alojar en las trialeras por las que hacen pasar a los corredores (con lo sencillo que sería ir por lo seco).

El de la Europea es un cross que forma parte del Campeonato Universitario de Madrid. Algunas de las pruebas permiten correr a todo tipo de participantes, sean o no estudiantes. De mi paso por la facultad hemos de señalar que soy más recordado por los camareros de la cafetería que por el claustro de profesores. Junto a la orla, el único título del que dispongo es el del 3º Torneo de Mus.

Volvamos a la carrera (pedestre, no universitaria). El sábado se despertó luminoso y, después de un breve paseo en coche, llegamos al campus de la Europea. La salida está ubicada junto a la facultad de Educación Física y Deportes, en la pista de atletismo de reciente construcción. Parafraseando a J&B días antes: "En la primera maqueta de la facultad aparecía la pista, pero, cuando te asomabas, sólo veías un agujero de tierra". Cuando la vi en obras, con las máquinas, restos de escombros y las líneas sin pintar, pensé en elecciones, políticos y obras de inauguración: "Podrían haberlo atrasado y al menos le hubieran dado una mano de Titanlux, que la pista así queda muy sosa" comentaba alguno.

Llegué con un cuarto de hora a la salida de las chicas. Aproveché para saludar a P.F. y a J&B, que estaban prestando zapatillas a la gente en la prueba de producto de Nike. De hecho, me aconsejaron que aparcara mis Pegasus 05 y me animara a usar las Air Zoom Vomero. "Que no", repuse. "Venga, tontorrón, que te van a ir bien". "¿Por qué?"; "porque tienen más amortiguación que las tuyas, te van a reforzar cuando pronas, porque pronas, aunque tú digas que supinas, y porque lo digo yo que de esto sé". Me convencen y me calzo las Vomero del 10. Cuando dejo mis Pegasus en la carpa veo que me miran como se mira a quien ha prescindido de sus servicios: con tristeza y un puntito de rencor. "Tranquilas, que volveré". "Eso sé lo dirás a todas".

Llega S. 5 minutos antes de que dé de la salida de las chicas y nos ponemos a calentar. Va a calibrar el Nike+, aprovechando los 400 metros de la pista. Le explico que para que el cacharro funcione correctamente ha de calibrarlo a un ritmo cómodo y continuo. "Vale". Me pongo a calentar con él y hacemos la vuelta a ritmo de 3'30". "Creo que me he pasado" me dice. Mira a su derecha y tiene que esperarme a que llegue porque me he dejado los pulmones en contrameta.

Salen las chicas. Las primeras tienen buen nivel (atlético); las del medio, muy buen nivel (físico), y, en general, se respira un altísimo nivel (económico). Sus novios y demás calaña las jalean mientras nosotros estiramos, risa va, risa viene.

Llegan las chicas después de dar una vuelta al circuito y nos preparamos para lo bueno. Bajamos a la pista después de ser retratados por J&B y nos colocamos cerquita del arco. ¡Pum!, marica el último. Volvemos a salir a lo loco para adelantar posiciones hasta llegar a un punto en el que corramos tranquilos. S. me dice que hacemos el primer mil en 4, así que bajo el ritmo porque al día siguiente tengo que hacer 15 kilómetros en Tres Cantos. Paso el 2 en 9'06", después de una cuestecita en monte bastante interesante. Después, un par de kilómetros de baja (más) y sube (menos). Llegamos al 4 y aparece una cuesta arriba de plantearse seriamente por qué no han hecho el recorrido en sentido inverso los organizadores. Resoplo pensando que todavía queda una vuelta.

La segunda vuelta se me hace algo más monótona. Me limito a seguir un ritmo cómodo para acabar tranquilo. El sendero es algo estrechito, por lo que cuesta adelantar y que te adelanten. En este caso y, como los hombres carecemos de ojos en el cogote, el proceso se efectúa en dos tiempos: en el primero, uno escucha un jadeo intermitente detrás suyo, que, progresivamente, se escucha más cercano y con mayor frecuencia (esto es conocido como el efecto locomotora, el chu-cu-chú del tren o soplanucas). En el segundo, justo cuando uno empieza a notar el efecto del fuelle sobre el cogote, se ha de echar a la cuneta en el menor tiempo posible para evitar el gargajo inminente. Es en ese momento en el que el tren nos adelanta y se marcha. En este caso, no hay que sentirse tristes por haber dejado pasar el tren, pues en escasos dos minutos vuelve a hacer su aparición el soplanucas). Y así sucesivamente.


Mientras ya hemos llegado al kilómetro 7. Segunda vuelta al circuito completada y giro a izquierda para volver a entrar al campus y completar el circuito, que tiene lugar dentro del término urbano de Villaviciosa. Yo me pregunto, ¿cuál será el gentilicio de los de Villaviciosa? ¿viciosos, villanos?). Me siento bien, pero no me apetece esprintar (hay que guardar fuerzas para Tres Cantos). Cruzo la línea de meta para la fotito que me hace J&B y un tío con una pistola me apunta al pecho. Levanto los brazos, acojonado (¿las pistolas en las carreras no eran para dar la salida?) y el tío dispara un infrarrojo al código de barras del dorsal. "¿Estoy de rebajas, o qué?" me pregunto. El tipo me dice "acércate y pide el tícket. Avanzo en la cola y un tío me da un papelito. "Esto tiene que ser mi valor en el mercado, tiembla, Mostaza". Pues no. Es la clasificación. 36 minutos y pico, una media de 4'36" en los 8 kilómetros del recorrido y muy buenas sensaciones.

Una botella de Aquarius cola (un clásico de las carreras populares), un chupito de Herbalife (que sabe a mala hierba, sinceramente), un trozo de barrita energética (que me recuerda a turrón de chocolate Suchard) y la bolsita. La bolsita está muy currada, con un protege-ampollas de Compeed, un pack frío, un gel de masaje, unas galletas de avena y, cómo no, la camiseta de algodón. Una vez terminada la prueba se celebra un picoteo al que llegamos cuando quedan un par de canapés en proceso de descomposición y botellas de agua. Nos despedimos de P.F. y J&B con un abrazo y hasta más ver (la semana que viene es el cross de la UCJC).

¿Las V
omero? Bien, gracias, me fueron genial. Sólo noté que se me durmió un poco el dedo gordo del pie derecho en ciertos tramos, cosa que achaco a llevar un número algo pequeño.

Nos vemos en los bares.

MP3 - La Copa de Europa (Los Planetas)
AVI -
Los Simuladores (Cuatro)

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